Día Mundial sin Alcohol «La adicción es progresiva»

El alcoholismo no es un vicio sino una enfermedad que enmascara numerosas inseguridades y problemas emocionales y quienes la padecen niegan el problema tantas veces como sea posible hasta “tocar fondo”.
Así lo manifestó «Lucho», miembro de la asociación Alcohólicos Anónimos (AA), en el programa Saludable Mente de Andina Canal On Line, donde, protegiéndose en el anonimato, dio testimonio de lo duro que fue aceptar que estaba enfermo y necesitaba ayuda para frenar la necesidad de beber.
“Yo sabía que mi vida era un desastre, pero tenía muchas caretas (para ocultar lo que pasaba). Hay una deshumanización. Yo veía llorar a mi madre, lamentarse a mis hermanas, pero era indiferente. Bebía con gerentes, con gente importante y fui bajando poco a poco hasta que llegué a beber debajo de un puente, vendiendo todo lo que tenía”.
Aunque comenzó tarde en la bebida, eso no lo protegió. A los 24 años se pegó su segunda gran borrachera y recuerda que esa vez sí le encantaron sus efectos. Se volvió “más divertido, más extrovertido”.
“Antes de los 24 años era un tipo responsable, que a las 10 de la noche se iba de una reunión porque tenía exámenes al día siguiente. Aún no había desarrollado la enfermedad, pero estaba en proceso. Pasaron los años y empecé a beber más.
Ya no solo los viernes, también los lunes, los martes. Mi cuerpo pedía más. Entonces me convertí en un bebedor fuerte, resistía.
Me di cuenta que el alcohol se había vuelto un problema cuando empecé a transformarme en un monstruo. Es un problema realmente serio. La gente lo toma muy a la ligera”, advirtió.
Destruye la voluntad
Antonio Lara, vicepresidente de Alcohólicos Anónimos y «custodio clase A» es decir que no tiene problemas de alcoholismo, lamentó la permisividad frente al alto consumo de licor y por cualquier motivo.
Manifestó que esta enfermedad afecta de tres maneras: crea tolerancia, es decir que para conseguir el efecto inicial tengo que tomar mucho más; genera el síndrome de abstinencia, “lo que se llama resaca” que se rompe bebiendo nuevamente. Y, finalmente, genera una adicción, que es la pérdida de la libertad.
“El alcoholismo anula la voluntad. La persona no puede realizar una vida de manera libre si es que no está bajo los efectos del alcohol”, comentó.
¿Alguien que bebe todos los fines de semana es un alcohólico? Lara comenta que no necesariamente, pero sería clave ver qué tan dependiente es de la bebida porque hay algunos que buscan a los amigos o la familia para tomar siempre; o los que viendo un partido “se gane, se pierda o se empate, igual toma”.